jueves, 22 de enero de 2009

Frau, kam


En vísperas de la caída de Berlín, cuando ya parecía claro que ni siquiera un milagro podría salvar a la ciudad que en tiempos fue considerada la envidia de Europa entera, miles de soldados soviéticos se pasaban pequeños papeles con una leyenda escrita en alemán; en ellos se podía leer “Frau kam” una burda traducción al germano de la expresión “mujer, ven” y que iba a alterar emocional y físicamente a miles y miles de berlinesas, aterrorizándolas de manera salvaje, y enseñándolas la peor cara del vencedor... la de la venganza.

En rigor, hay que decir que las primeras divisiones que cercaron y rindieron la capital, entre abril y mayo de 1945 eran, por así decir, soldados profesionales. Entrenados con una férrea disciplina militar, la mayoría procedente de la Rusia europea, o fueron conminados a guardar las formas o simplemente estaban demasiado agotados para pensar en otra cosa que no fuera regresar a casa. Pero la ocupación en sí no fue llevada a cabo por éstos sino por levas de soldados más jóvenes, que habían tenido menos recorrido militar – y por tanto, menos sufrimiento –, con poco que hacer y con demasiadas ganas de aparentar una dureza que no tenían... al menos en combate.

Para estos muchachos, educados en la parte más lejana de Rusia, granjeros que no habían visto ciudades como las de Alemania, la mera visión de una mujer, más o menos cuidada, una media o un tacón, disparaba simultáneamente irrefrenables impulsos lúbricos que en aquel momento, en el que todo estaba permitido, parecía absurdo retener... Al fin y al cabo... ¿No eran ellos los vencedores? ¿Acaso no había sufrido Rusia enormes penalidades causadas por aquel ataque devastador y traicionero?... De éste modo, se fue extendiendo una suerte de conciencia colectiva favorable a cierta permisividad con las violaciones de mujeres alemanas... las “Gretas” como las llamaban los soviéticos... y a considerar a éstas, primero como un desahogo piscológico y finalmente, como mero botín sexual.

Al principio, a pesar de que la propaganda advertía a las berlinesas del riesgo, muchas se tranquilizaron pensando en que, si bien debía de representar un peligro cierto en el campo, en el ámbito urbano, delante del resto de ciudadanos y observados por sus mandos, no podía darse de modo generalizado; se equivocaron... En un primer momento, empezaron a circular historias de abusos puntuales pero, al producirse el relevo de una decena de divisiones de primera línea, empezaron a producirse violaciones colectivas de madres e hijas a manos de secciones enteras de soldados, generalmente acompañadas de enormes dosis de violencia y, en ocasiones aunque no siempre, prolongándose por días enteros. Los relatos, espeluznantes, así como la contemplación de estas acciones – que se solían cometer con el resto de la familia delante – conmocionaron a las berlinesas de tal manera que años después de la guerra la mayoría de ellas reconoció que el miedo a que sus hijos presenciaran estos abusos estaba más presente en sus corazones que la posibilidad de morir de inanición.

Las que todavía no se habían convertido en víctimas acudían a todo tipo de ardides: cortarse el pelo a la manera masculina o apretarse en pecho con bandas confeccionadas a partir de sábanas hechas jirones, encerrar a sus hijas más jóvenes en sótanos o carboneras, o tomar quien sabe que extraños líquidos o embadurnarse sus partes con grasa mezclada con ácido para aparentar terribles eczemas y ser, así, menos apetecibles a los ojos de la soldadesca soviética. Otra alternativa, menos lírica pero sumamente entendible, era ofrecerse voluntariamente a un oficial del ejército rojo para ser su compañera y garantizarse así algo de protección; sin embargo, eran tantas las que intentaron acogerse a esta solución que el supuesto protector, cambiaba y cambiaba a cada poco de concubina, con lo que las pobres mujeres solo conseguían demorar lo inevitable...

Especialmente cruel y deleznable fue la costumbre de los soldados rusos de, desde cualquier teléfono útil que quedara en una casa conquistada o requisada, marcar un número al azar o sacado de la guía telefónica y, si detectaban que una mujer respondía la llamada, soltar a voz en grito y de la forma más terrorífica posible una serie de exabruptos en alemán, toscamente aprendidos, que bastaban para privar del sueño a sus receptoras por días enteros...

Esta situación infernal se prolongó por semanas, hasta que los jerifaltes de Stalin decidieron que ya habían tenido lo suficiente y, por medio de comisarios políticos, reprendieron estos comportamientos, al menos en público. Sin embargo, luego empezaron otro tipo de violaciones... las que sufrían las madres que pretendían dar a sus hijos un mendrugo de pan, o una loncha de panceta y, al no tenerla, ofrecían al que la tenía su cuerpo a cambio, en un trueque curioso... y forzado... en el que dormir caliente para uno significaba comer caliente para otra.

Se calcula que dos millones de mujeres fueron violadas en Alemania durante 1945.

De éstas, unas treinta mil abortaron, otras cincuenta mil sufrieron secuelas que las imposibilitaron para volver a concebir o acabaron muertas... y unas diez mil más, optaron por suicidarse.

El Ejército soviético procesó y condenó a muerte a veintitres soldados por cargos de violación.

6 comentarios:

Diana Navarro Blog dijo...

Hola! He visto que, al igual que a mí, te gusta Diana Navarro. Te invito a que te pases al blog que dediqué a ella. Un saludo

Turulato dijo...

¡Ay de los vencidos, pues su futuro lo dictan los vencedores!.
Pasarán los años y otras generaciones moverán otros tiempos, pero el sufrimiento nadie ni nada puede borrarlo.
No te creas inmune, persona anónima, perdida en la masa, por creerte irresponsable, un mero individuo al que dirigieron otros, pues tú eres el insignificante ingrediente de carne y sangre que va a ser cocinada por la ambición, la estupidez y la soberbia.

Anónimo dijo...

Tarde de domingo y me paseo para ver qué nos has dejado estos días. Mira qué historia tan espeluznante. Supongo que no más que las consecuencias de cualquier otra guerra, pero espeluznante al fin y al cabo.
Me sigue gustando tu naturalidad, aunque el contenido me ponga los pelos como escarpias.

Besos
Chus

Anónimo dijo...

Como han dicho la verdad es que pone los pelos de punta, y nos muestra hasta donde puede llegar el hombre, claro que en estas situaciones uno no sabe si son hombres o animales. Por cierto yo tambien habia leido que incluso los mandos en las primeras ofensivas a Berlin y cuando el vodka escaseaba este era mezclado con todo tipo de liquido con tal de que hubiera mas cantidad y asi tener la tropa rusa su particular pocion magica. Repito que no se si sera cierto.

Anónimo dijo...

Me encanta tu blog, lo leo hace poco... pero encuentro los post muy interesantes. Lo que sí echo en falta son referencias de dónde sacas tus datos o links para amplicar información...

Sigue con el blog :)

neokaoz dijo...

botines de guerra similares a los botines que los estado unidenses "tomaron" en la guerra de vietnam, el odio y la venganza puede provocar muchas cosas en la mente humana...