lunes, 20 de octubre de 2008

El puente de Remagen


A principios de 1945 los aliados, entendidos éstos como los estadounidenses y británicos, habían empujado a las fuerzas alemanas en dirección a su patria, apoyados en su magnífica logística, su movilidad y en un avasallador poder aéreo que hacia imposible que los “Krauts” – soldados germanos en el lenguaje coloquial – pudieran salir siquiera a telefonear a casa sin que les cayera encima un muestra del variado arsenal enemigo. Estos esfuerzos se enmarcaron dentro de la operación “Lumberjack” y su finalidad última era establecer una cabeza de puente al otro lado del Rhin, lo suficientemente viable para aguantar la esperada contraofensiva germana y servir, a la vez, de base para ulteriores operaciones. Para ello, había que cruzar el río... y para ello, había que capturar un puente.

Muchos años atrás, los alemanes se habían visto en parecida tesitura solo que, esta vez, en dirección contraria, y habían construido un puente muy molón, en un sector en el que el Rhin tiene aproximadamente trescientos metros de largo. El mencionado puente era de construcción sólida, estaba bien diseñado – contenía dos trochas de ferrocarril así como dos caminos peatonales – y cruzaba majestuosamente el río entre las ciudades de Erpel y Remagen, esta última, ubicada en la misma orilla del Rhin.

Mientras que los alemanes tuvieron algo de empuje en el sector occidental, el puente fue usado para transportar al frente tropas y suministros y, por ello, a los alidos se les metió entre ceja y ceja hacerlo saltar por los aires. Curiosamente, un puente era, en aquellos días, una de las estructuras más difíciles de poner fuera de combate; centenares de aviones aliados lo intentaron pero su objetivo estaba literalmente rodeado de decenas de baterias antiaéreas que hacían que acercarse lo suficiente para centrar la mira del avión fuera una manera segura de abandonar este mundo antes de tiempo. Además, los germanos comprendieron que a medida que su enemigo se acercaba, el valor del puente en caso de ser capturado intacto se multiplicaba por lo que se colocaron cargas explosivas que debían ser activadas – una orden directa de Hitler - cuando la vanguardia estadounidense estuviera a menos de ocho kilómetros de distancia...

El 7 de marzo de 1945 a un comandante de la zona, un tal Hans Scheller, le caía el curioso marrón de aglutinar las fuerzas disponibles – que eran escasísimas – para repeler un posible ataque mientras sus propios zapadores hacían detonar las cargas. A media mañana, una patrulla estadounidense al mando de un anónimo teniente, Karl Timmermanpara más INRI, de origen alemán -, consiguió llegar a los alrededores del puente sin ser detectado, al mando de diversas unidades de reconocimiento y algunos vehículos y, con un par de bemoles, se lanzó hacia el puente con la intención de evitar su voladura. Scheller, que estaba viéndolo todo desde la otra orilla y al que de pronto no le llegaba la camisa al cuerpo, dio la orden de volar el puente pero el salvaje fuego de los vehículos que acompañaban a Karl acabó con los zapadores que trabajaban en la estructura e impidió que tropas de refuerzos intentaran acercarse a las cargas de demolición. El puente estaba, más o menos, en manos aliadas.

A partir de ahí, la tortilla se dio la vuelta y lo que empezó como un feroz esfuerzo en defenderlo se transformó en una terrible obsesión por destruirlo... y viceversa. Casi al mismo tiempo que unidades antiáreas aliadas se atrincheraban en sus inmediaciones, los tres primeros aviones alemanes, tres Stukas, volaban la primera misión para ponerlo fuera de combate... cosechando un rotundo fracaso. En días sucesivos, cientos de aviones alemanes – incluso un Arado, un avión a reacción que conmocionó a los estadounidenses pues la mayoria no había visto nunca volar un aeroplano sin hélices - intentaban en decenas de misiones, destruir el puente con nulo resultado y, a la vez, numerosa artillería alemana intentaba lo mismo desde la orilla oriental desencadenando una tormenta de fuego que, de cuando en cuando, conseguía poner alguna bomba sobre la estructura. Sobre el día 19, el aluvión de proyectiles era tal que aunque la estructura del puente seguía en pie, estaba totalmente desaconsejado que lo cruzara cualquier cosa que abultase más que un hamster pero para entonces, ya había más de nueve mil americanos en la otra orilla.

Hitler, fuera de sí, destituyó a los ¿responsables? de la caída del puente en manos aliadas, fusiló a la mayoría y lanzó a las pocas fuerzas que le quedaban contra la cabeza de puente estadounidense. Los enfrentamientos que siguieron, en las inmediaciones de Bonn, Remagen y sobre todo, Pannendorf se pueden clasificar, sin temor a equivocaciones, entre los más violentos de toda la guerra. La importancia del puente así como lo trágico del momento puede medirse en que se vivieron algunos de los combates blindados más violentos de toda la guerra, porque los americanos pusieron toda la carne en el asador y porque en las cercanías de la zona se fabricaba el Konigtiger – el modelo más pesado de carro de combate alemán, cuyo blindaje frontal era impenetrable a los carros aliados - ¡y se enviaban a la batalla sin pintar y algunas veces, tripulados por los mismos operarios que les habían terminado de dar forma!

El esfuerzo, terrible, fue baldío y en las tres semanas siguientes los ingenieros norteamericanos construyeron no menos de medio centenar de puentes provisionales de pontones que además de hacer que 9 divisiones cruzarán sanas y salvas el Rin – unos 160.000 hombres... – redujeron el impacto de la destrucción del “puente de Remagen” a una mera anécdota.

Los aliados tenían vida libre hacia Berlín... pero ya era tarde; otros llegarían antes

PD: Hay variadas leyendas sobre el puente y, en la actualidad, hay un coqueto museo que puede visitarse - yo lo recomiendo, sobre todo, porque en zona se come de miedo... -, enclavado en la única parte de la estructura que sobrevivió, las dos torres que conformaban su entrada oeste. El informe estadounidense sobre la voladura – más bien sobre la no voladura... – deja claro que no hay explicación posible a la no detonación de la cargas. Sin embargo, al menos tres trabajadores alemanes, declararon que sabotearon el cableado para motivar que los aliados rebasasen el puente cuanto antes... y dejaran de bombardear Remagen... de una p... vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial descripción, ha sido como ver la película!