miércoles, 11 de octubre de 2006

Nicolás Salmerón, Presidente

¿A que tiene cara de inteligente?

En este mundo de hoy en el que todos somos evaluados de continuo, desde que salimos de casa hasta que regresamos a ella, molidos de cansancio, es francamente difícil para cualquiera conservar la imagen de persona honrada y de orden. Quiero decir… no estoy hablando de que nos cueste más o menos desarrollar nuestra propia existencia de acuerdo al código de valores de cada cual… Doy por sentado que, los más de nosotros, intentamos pasar el día, atender nuestras obligaciones y compromisos, ganarnos el pan e irnos a la cama con la conciencia tranquila, seguros de que, para ello, no nos hemos tenido que ir dejando cadáveres en el camino. No… yo voy más allá: Incluso aunque nos esforcemos duramente en no molestar, ni maldecir, ni perjudicar a alguien voluntariamente, ni tampoco ir contra “el quinto”, cualquiera que no sea tan bien nacido como nosotros puede conseguir que aparezcamos ante los demás como todo lo contrario, cargarse de un plumazo nuestra reputación y colgarnos para la posteridad el “san benito” de ladrón, usurero, mezquino o mal profesional… ¿Qué como? Pues simplemente tomando café en la empresa de vez en cuando…

Me explico: Yo, que desayuno fuera de casa, no he visto nunca hablar bien en la cafetería de la empresa, de absolutamente nadie; cuando no se están acordando de las puñeteras obras del centro, es porque están mentando a la madre del alcalde, a santo de las retenciones que se forman todas las mañanas en los accesos de las nacionales. Si tal futbolista va a la selección, se trata de un paniguado; si, por el contrario, el seleccionador no le lleva, está cometiendo con él la más grave de las injusticias. Si la conversación se alarga y el fútbol, los atascos o “Gran Hermano” no dan para más, aparecen cuñados, suegras, hermanos y hermanas como las mejores alternativas para seguir cortando trajes y, sin solución de continuidad, se les pone a caer de un burro sin vergüenza ninguna. Pero… ¡Ay!... cuando nos crecemos, cuando nos coronamos… es cuando sacamos el tema de “los jefes”. Y ¿sabéis que es lo mejor? Que en el momento que uno es jefe, responsable, mando intermedio o similar, le pasa como a la oruga que se transforma en mariposa, pero al revés: pasa a ser un capullo monumental sin vuelta atrás posible, y se convierte en objeto de escarnio, incluso para aquellos que, antes de saber que mandaba algo, ni siquiera tenían conocimiento de su existencia. Vamos a verlo con un ejemplo.

Contertuliano 1: ¿Sabes quien es Berrocal?

Contertuliano 2: No…

C1: ¡Sí, hombre…! Manuel Berrocal, ese alto y delgado, que va siempre corriendo por los pasillos, que se le caen todos los papeles y una vez se llevó por delante a la chica de recepción…

C2: Pues hijo… no caigo.

C1: Bueno, da igual… ¡El caso es que le han hecho jefe!

C2: ¡Menudo gilipolllas tiene que ser!

Os parecerá que exagero pero os aseguro que de estas, he presenciado yo docenas… y en alguna, por que no, habré participado activamente… ¿solución? Ninguna; hagas lo que hagas le caerás mal a alguien, sentimiento que generarás proporcionalmente a la cantidad de responsabilidades que tengas o asumas con lo que, casi mejor, es optar por alguna de estas dos posibilidades: hacer oídos sordos a todo lo que te digan, tirar por la calle de en medio y hacer un ejercicio de autoestima pensando aquello tan socorrido del “y a mí... ¿qué?” o mirar bien los pros y los contras de ser mandamás, darse cuenta de que castiga mucho más de lo que a uno le luce y proceder a dar un portazo entonando mientras tanto aquello, socorrido también, de “Ahí os quedáis”… cosa que, hace siglo y medio, hizo con infinito garbo D. Nicolás Salmerón.

“Nico” ocupó, en 1873, la Presidencia de la I República Española que en el mundo ha sido, pero solo lo hizo durante un mes y medio, y por lo que de él se cuenta, no le debió gustar mucho lo que allí vio. Catedrático de Metafísica y lingüista excelso, Nicolás era hijo de un médico de pueblo y hermano menor de un tal Paco, Salmerón también, que no destacaba demasiado por nada en absoluto. A semejante vacua personalidad no le debió parecer mala idea el intentarse buscar el sustento en la política ya que sus capacidades no le daban para hacerlo honradamente – es broma…. – y él debió de ser el que más tarde le metió el gusanillo en el cuerpo a Nicolás. Éste, que por entonces ya era profesor de Universidad y candidato claro a llevar una vida apacible en la nada apacible España de entonces, se afilió al partido demócrata, junto a Pi y Margall, Figueras y Orense, sufriendo cinco meses de cárcel casi nada más dado de alta… Empezó bien, vamos.

Al proclamarse en 1873 la República, se le nombró Ministro de Gracia, lo que no deja de tener su chufla, teniendo en cuenta que lo que se dice gracia, no tenía ninguna en absoluto. Como persona, era monocorde, soso, poco espectacular en los modos y con un insoportable gusto por las convenciones sociales, la buena fe en las acciones y los formalismos de todo porte. Quizá por eso, por lo de extraño que tenía su personalidad en aquel país de pandereta, a la mayoría de la gente le resultaba un personaje jocosísimo. En su carrera como profesor, fue el hazmerreír de la universidad, por su costumbre de cerrar la puerta de clase segundos después de la hora convenida para su inicio y dejar fuera, de pie, a aquellos que no habían sido lo suficientemente puntuales; en otra ocasión, obligó a todos los estudiantes a buscar una estilográfica que no aparecía o, al menos, a ayudar a identificar al culpable del robo. Como quiera que allí no aparecía ni botín ni ratero, llamó a las fuerzas del orden público, que se presentaron a la carrera… solo para comprobar que había sido movilizados ocho agentes por la desaparición de un mísero “boli”… Otro día manifestó que nadie aprobaría la asignatura de Metafísica ese curso, ya que esta era de carácter anual, y él entendía que ningún alumno podría dominarla ¡con menos de veinte años de estudio!...

Pues bien, idénticos modales lució durante los cuarenta y cinco días escasos que le duró la presidencia, del 18 de julio al 7 de septiembre de 1873. No se puede decir que le tocara en suerte un periodo fácil, teniendo en cuenta que por aquel entonces se generalizaron las sublevaciones cantonalistas, se movilizó en su contra cierto sector de los militares o se declaró una virulenta epidemia de gripe, circunstancias todas contra las que Nicolás se aplicó con infinitas energía e ilusión… Pero, como por más que le echaba horas y se llevaba disgustos no conseguía que casi nadie le tomara en serio y, además, parlamentarios con lo que en su vida había hablado – muchos de su propio partido - le ponían a caldo en todos los periódicos de la capital, nuestro amigo le perdió pronto el apego al cargo y, una mañana, aprovechando que le sometieron a firma unas sentencias de muerte encaminadas a reestablecer la disciplina del ejército, se negó a hacerlo y dimitió. Inmediatamente después, Nicolás Salmerón regresó a su plaza en la Universidad, de la que fue desposeido enseguida por el enésimo golpe militar de nuestro siglo XIX, en esta ocasión, el protagonizado por Martinez Campos en 1874. Algunos años más tarde, ya amnistiado, reemprendió su actividad política y llegó a ser diputado de nuevo en muchas ocasiones pero, como el decía, tan solo para cumplir con la responsabilidad que le exigía la parte más honda de su ser… trabajar para los demás y entregar su sueldo a organizaciones de beneficencia...

Nicolás Salmerón murió en 1908. Hoy en día apenas nadie sabe quién fue, ni que hizo, uno de los políticos españoles más honrados de toda la historia patria. Tan sólo, como reconocimiento, en Castilla la Mancha se conoce como “Salmerón” a la variedad de trigo con el grano más pequeño que se produce en España…

Nicolás medía poco más de 1,50…

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Nicolas Salmeron y Alonso, nacido en
Alhama de Almeria, tambien llamada Alhama de Salmeron, aun su pueblo lo recuerda, y son imnumerables las anecdotas de el, que se cuentan por estos lares

Anónimo dijo...

Quizá por eso duró tan poco en el cargo, por ser honrado.
Me he divertido y aprendido con este post, tus introducciones cada vez son más divertidas. Cuidate de las lenguas de doble filo en el desayuno...

Un abrazo

Luis Caboblanco dijo...

Pues si, su pueblo natal cambió de nombre en su honor. Pero, lamentablemente, inmediatamente su figura ha quedado muy diluida, también como filósofo, donde alcanzó mayores logros que como presidente del gobierno de la República.

Otra de sus anécdotas data de sus tiempos de máxima autoridad nacional. Una mañana entró en el congreso y "pilló" a uno de los ujieres durmiendo. La escena se repitió durante dos o tres días más y Salmerón, pelín harto y celoso trabajador, le despertó y le dijo... "caballero, no se lo que cobrará usted ni me interesa pero, sea lo que sea, ya se me hace mucho"... Genio y figura.

Anónimo dijo...

Pues tampoco se te ve sufrir tanto en la cafetería de la empresa, la verdad... je je

Anónimo dijo...

Sí, es verdad que su vida política estuvo marcada por la honestidad.Por eso duró poco en el poder que parece que diluye con facilidad la integridad.Creo recordar que algo tuvo que ver con la creación de la Institución Libre de Enseñanza.

Un abrazo

Anónimo dijo...

...Ni la altura está en el metro y medio, ni la honestidad casó bien nunca con la política...
SALUDANDO: LeeTamargo.-

Edem dijo...

Es que ser Presidente de la I Republica era de todo menos gratificante.
Veamos: Por un lado, estaban los Monarquicos Alfonsinos.
Por otro lado, estaba la sublevacion Carlista, muy avanzada en el norte.
Por otro, los Cantones de Cartagena y demas.
En America Cuba estaba en rebelion a sangre y fuego.
En Africa, No pasaba un dia en el que los Bereberes y los moros atacaran a las colonias.
Sin contar generales rebeldes con mucho poder como Campos, que si la vida politica de hoy da pena la de entonces daba risa, que si le levantabas la voz a un diputado este era capaz de retarte a duelo (lo mismo los periodicos, de echo algunos hasta tenian un duelista profesional en la nomina), y que el ejercito empezaba a tener conciencia de "anda, tenemos los cañones" que tan malas consecuencias traeria unos 50 años mas tarde.
Eso, con un pais atrasado, analfabeto, rural, y que se creia una gran potencia cuando eramos de 7º.
La verdad, yo hubiera dimitido antes.
Un saludo de Edem

Juan Antonio del Pino dijo...

Lo de los desayunos despellejadores parece ser un clásico en el anecdotario nacional. Y un auténtico compromiso, a veces, cuando no tienes ganas de compartirlos para no sentirte violento porque te temos lo que se va a contar. Eso sí, también se aprende, y mucho, de estas informales "comidas de negocios".
Sobre Salmerón no conocía absolutamente nada, con lo que el post me ha revelado una personalidad muy interesante que supo ser fiel a sus principios.
Lástima la peligrosa moraleja que parece que podemos extraer de todo esto:
en política solo hay sinvergüenzas, porque los pocos buenos que puede haber, acaban abandonando el escenario (o los retiran o se van hartos de lo que han visto)

Anónimo dijo...

Bueno, lo que le sucedió a Salmerón le sucede a mucha gente sobre todo cuando se mete en política, que se encuentran con que no es lo mismo ser “de a pie” que estar en el cargo porque las cosas no se ven de la misma manera y por otro lado haga lo que haga cualquier político siempre tendrá detractores.
En cuanto a los jefes, : -)) creo que el cargo conlleva además de un aumento en el sueldo, un cupo de críticas y cotilleos varios, justificados o no, a las que no puede renunciar a no ser que renuncie al puesto; pero no deberían de quejarse mucho ya que antes de alcanzar el cargo ellos también “largaron” lo suyo de los otros jefes, así que habrá que aprender a no criticar tanto y tan duramente o a asumir que el que ascienda tendrá que aguantar todas las crítica y ¡ojo! algunas muy merecidas.
Y ahora ¿nos hablarás de los otros dos personajes de la lista del post anterior?
Un abrazo

Mayte dijo...

Ese sentido del humor me encanta, aligeras la histpria sin que pierda un punto de interes y seriedad. No me extraña que durara tan poco en su puesto siendo honesto con el mismo...menuda faena le esperaba!

Bikos.

Anónimo dijo...

La Restauración de los Borbones significó el retorno a la persecución que, como en los años finales del reinado de Isabel II, le supusieron a Nicolás nuevamente la separación de la cátedra, pena similar a la que sufrieron otros profesores –como Giner de los Ríos o Azcárate- que, como Salmerón, se erigieron en defensores de la libertad de cátedra.
Creó la Institución Libre de Enseñanza, y poco después suscribiría el manifiesto del Partido Republicano Reformista de Ruiz Zorrilla, lo que llevaría al gobierno canovista a ordenar su detención. Para evitar un nuevo ingreso en la cárcel, Salmerón abandonaría España, permaneciendo la casi totalidad de su exilio en París.

Por cierto cuando te nombren jefe dirán "ese que tomaba tanto café y nos contaba Historias de todo tipo, ese será un buen jefe"
Saludos

Anónimo dijo...

caboblanco

Tus introducciones me encantan mezclas con arte e ironía el presente y el pasado.
Salmerón fue tan justo que su vida fue un apostolado contra la fuerza y la violencia. En un discurso dijo: "siempre he combatido la injusticia y la ilegalidad" y así fue.
Me ha hecho gracia lo del trigo , a una variedad de trigo sarraceno ponerle su nombre . Estatura 1.5.
Un beso
no me deja entrar Nina

Raúl dijo...

Ah!! Las intrigas, las envidias y los chismes siempre etán rondando a cualqueir organización humana. Es una lástima...

(Me encannta la jocosa manera en que recuerdan al pequeño expresidente)

Anónimo dijo...

Buenos días.ya puse mi comentario .abrazos .Nina

Turulato dijo...

"Siento" alabarte, pero cada día disfruto más leyéndote.