martes, 3 de mayo de 2005

Los elefantes de Anibal


Denario con la imagen de un elefante en el reverso
El rasgo más notable e impresionante del ejército de Aníbal fue la utilización de elefantes como potentes unidades de combate. A pesar de que su padre, Amílcar Barca, ya hizo de uso de ellos en la primera guerra púnica, Alejandro Magno fue el primero en incorporarlo a las campañas militares, aproximadamente un siglo antes.
Los elefantes utilizados por Alejandro y Pirro (rey de Epiro, que los dio a conocer en occidente en el siglo III A.C.) eran de origen asiático, provenían del valle del Indo y pertenecían a la especie Elephas Indicus. Medían más de tres metros de alto y llevaban en el lomo una torre con capacidad para albergar a dos o tres arqueros sobre ella. A los cartagineses, la India les venía un poco retirada como para ir a buscar elefantes cada tres por cuatro, así que adoptaron una variedad africana conocida como Loxodonta africana cyclotis, cuyo hábitat natural eran las selvas del norte de Marruecos, Túnez y Egipto. Estos paquidermos eran más pequeños ya que apenas alcanzaban los dos metros y medio de alzada y por ello, no se les podía dotar de torre, aunque solían llevar a cuestas dos cornacas o guías para ser conducidos.
Los elefantes debieron ser en los ejércitos antiguos, lo que los modernos carros de combate representan en los modernos: Una manera rápida y expeditiva de abrir una brecha en las líneas enemigas y sembrar el pánico entre los contrarios; pero tenían una serie de inconvenientes que hicieron que su utilización cayera en desuso a partir del siglo I A.C. En primer lugar, la “versión asiática” de este paquidermo es, por definición, de naturaleza afable y se muestra propenso a ser domesticado. Sin embargo, los elefantes africanos son mucho más “inquietos” y amaestrar a estos animales era muy peligroso y, consecuentemente, muy caro. Por otro lado, a menudo estos animales solían descontrolarse ante el fragor de la batalla o las heridas producidas por el enemigo, de modo que se volvían en contra del propio ejército, pisoteando a la infantería indiscriminadamente. Ante esto, los cartagíneses no tuvieron más remedio que hacer una contribución involuntaria al arte de la tauromaquia, e inventaron el "descabello": los conductores tenían orden de acabar con los elefantes desbocados clavándoles una especie de punzón afilado en la nuca con la ayuda de una maza.
Dos apuntes más: los estudiosos no se ponen deacuerdo sobre cuántos elefantes se encuadraban en las filas cartaginesas en el momento en que Aníbal se disponía a cruzar los Alpes con destino a la península italiana. Unos dicen que 37, otros que 40 e incluso alguno, con visible apetencia por el zumo fermentado de uva, habla de centenares, así que como español, ejerzo mi derecho constitucional a opinar de todo sin saber de nada y digo que 34.
¡ah! y otra cosa... si estais interesados en el aspecto de estos elefantes de selva, no busquéis en las webs de zoológicos ni nada por el estilo; el hombre se encargó de que se extinguieran a principios del siglo XIX.
Saludos

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